Para nadie es un misterio que toda la primera parte del año estuvo privada de la posibilidad de realizar espectáculos de forma presencial. Posterior a aquello, cuando poco a poco se fueron generando aforos para la presencialidad, se tuvo también que analizar qué significaba este nuevo desafío con audiencias que habían sido afectadas y transformadas en sus hábitos de acceso a la cultura. Así fue como hubo que re pensar los espacios y su relación con las personas que visitaban CEINA.

La emoción de recibir nuevamente al público fue inherente a todos los que estábamos en el proceso, desde quienes trabajan directamente con CEINA como organización, los artistas y los públicos que volvían a ocupar las butacas. Esa emoción es la que muchas veces se transforma en la fuerza necesaria para seguir creyendo en la transformación a través del arte y la cultura.

Desde septiembre empezamos a tener una programación sostenida de música, danza y teatro. Además, logramos llevar a la realidad el proyecto Factoría CEINA que permitió consolidar una mirada respecto a los procesos de educación artística, implementando Talleres, Seminarios y Masterclass en donde la metodología, varía su esquema vertical descendente de la pedagogía más clásica hacia acciones de realización concretas, de aprender haciendo en contextos artísticos que involucran la posibilidad de la interdisciplina.

Esperamos que el prometedor segundos semestre, se traduzca en la consolidación del espacio, para así ofrecer una programación variada y de alta calidad, pensando siempre en las comunidades que circundan nuestro espacio, además de un abanico de acciones educativas que involucren a quienes participen, en procesos creativos concretos, que permitan no necesariamente la formación artística sino fundamentalmente una formación integral, al descubrir el maravilloso mundo que siempre se aloja tanto en las disciplinas artísticas como en las expresiones culturales identitarias.